30/1/08

NADA

(...) En aquellas heladas horas hubo algunos momentos en que la vida rompió delante de mis ojos todos sus pudores y pareció desnuda, gritando intimidades tristes, qué para mí eran sólo espantosas. Intimidades que la mañana se encargaba de borrar, como si nunca hubieran existido...Más tarde vinieron las noches de verano. Dulces y espesas noches mediterráneas sobre Barcelona, con su dorado zumo de luna, con su húmedo olor de nereidas que peinasen cabellos de agua sobre las blancas espaldas, sobre la escamosa cola de oro. En alguna de esas noches calurosas, el hambre, la tristza y la fuerza de mi juventud me llevaron a un deliquio de sentimiento, a una necesidad física de ternura, ávida y polvorienta como la tierra quemada presintiendo la tempesad (...)


Carmen Laforet

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